La privacidad necesaria.

En la era de la transparencia, de la que soy ferviente defensor y activista, no conviene confundirla con el mero cotilleo.

Esta mañana nos levantamos con las intervenciones en el Comité Federal, que deberían ser a puerta cerrada, en los medios. No confundamos una cosa y otra: que sean a puerta cerrada garantizan que cada cual va a decir lo que le venga en gana sin miedo a juicios públicos de valor. De la misma forma que el voto es secreto y así debe ser, ciertas deliberaciones han de serlo también para ser más libres. Tuve un profesor en la Universidad de quien guardo un excelente recuerdo que decía aquello de que «los seres humanos no actuamos igual cuando sabemos que nos están mirando». Y eso es una verdad absoluta. Sólo así evitaremos comportamientos impúdicos e incluso ilegales en la política, mirando y viendo.

Pero estas personas, de quienes por cierto escuchamos un debate rico y en el que se confrontan ideas, no están dirimiendo una comisión ilegal a puerta cerrada o un fin espúreo. No es el Watergate. Están dirimiendo, en libertad, cómo toman una decisión. La puerta cerrada, aunque parezca obvio, hace prevalecer la libertad de opinión. Y ha de ser garantizada para mantener posiciones críticas que favorecen el control, en este caso, de la militancia sobre los líderes. La privacidad es imprescindible. Es este uno de los peligros más evidentes del asamblearismo de voto a mano alzada: la opinión contramayoritaria o el efecto caballo ganador (del que en este blog ya he hablado anteriormente).

Desconozco quién habrá enviado a los medios tales declaraciones y, como no soy periodista, desconozco también los límites de la ética en esta profesión para aceptar una filtración a todas luces innecesaria por encima del cotilleo de quién dijo qué. Porque en esa filtración nadie confiesa un delito o un comportamiento desviado. Es sólo la exclusiva de saber lo que nadie debía saber. El cortoplacismo nos trae siempre o casi siempre consecuencias nefastas para el largo plazo y lo que hoy es una exclusiva mañana se puede traducir en desconfianza y mordiscos en la propia lengua. Ganáis hoy, perdemos en el futuro.

Querer mirar y poder ver. Sobre el lobby.

Ya comenté el otro día que últimamente me dedico a la incidencia política, una forma light de llamar al lobby. Y justo este fin de semana he podido leer en eldiario.es y en elpais.com dos artículos que hacen referencia precisamente a esta labor, a la labor de la influencia, de la representación de intereses.

El lobby es eso, representar los intereses de una organización ante los decisores públicos para intentar haber influido en ellos cuando tengan que tomarla. También la incidencia política, claro. Cuando una empresa, una ONG o una institución necesita tomar una decisión en la que lo que opinen los legisladores es determinante, ha de planificar correctamente su acción.

Esto no es malo en sí mismo. Todos representamos intereses ante las instituciones, sea el Ayuntamiento, las Diputaciones, las CCAA o el Gobierno central. Cada vez que necesitamos que la balanza se incline hacia nuestro lado, planificamos más o menos antes de actuar. Pensamos con quién hay que hablar, qué hay que decirle, por qué la razón la llevamos nosotros y no nuestro vecino con el que estamos enfrentados. Eso es lobby. Y cuando la decisión es si el contenedor va en nuestra puerta o en la de enfrente, es suficiente, pero cuando la decisión es si se incluye más o menos dinero en la partida presupuestaria para políticas de innovación o para políticas de servicios sociales, la cosa se complica. Ya si se trata de defender un interés empresarial socialmente mal considerado, como las nucleares, el tabaco o las emisiones de gases contaminantes, el llamado lobby negro, la complicación es máxima.

Todos lo hacen. Todas las empresas cuyos intereses pasan también por la regulación de su actividad tienen un departamento de relaciones institucionales y asuntos públicos o subcontratan con una empresa externa o ambas cosas. La función de ambos es planificar correctamente la acción para que llegue a buen puerto. Los métodos son variados, lógicamente siempre excluiremos los sobres, los regalos y el dinero negro. Eso es tan delictivo como contaminante para el propio ejercicio del lobby. Y un buen profesional siempre estará en contra de estas prácticas, lógicamente. La clave está en querer mirar y poder ver. Es decir, los ciudadanos han de querer mirar qué pasa con la elaboración de las leyes y han de poder verlo.

Y es que a partir del año que viene la política española va a estar fragmentada como no lo ha estado desde 1977. Es una ventana de oportunidad para, con una buena planificación estratégica, que se puedan conseguir objetivos por parte de las empresas o las organizaciones del Tercer Sector. Es un buen momento para negociar bien, para planificar estratégicamente y para tener éxito.

Enlaces: 

«Los lobbies tratan de influir en los programas con cientos de reuniones»http://politica.elpais.com/politica/2015/11/15/actualidad/1447620615_257833.html

«Así redacta un lobby una enmienda a un eurodiputado para rebajar las exigencias contra la contaminación». http://www.eldiario.es/economia/enmienda-eurodiputado-rebajar-exigencias-contaminacion_0_451805129.html

«MAS Consulting Trends. El futuro del lobby en España: nuevas tendencias en public affairs». http://es.scribd.com/doc/261002223/MAS-Consulting-Trends-Futuro-del-lobby-en-Espana-Nuevas-tendencias-en-public-affairs

Efecto boomerang

campañas empleo pp

Campañas de empleo del Partido Popular entre 2008 y 2011

Durante el tiempo que el Partido Popular fue partido de oposición hizo bandera del empleo como el primero de sus objetivos cuando fuera Gobierno. Hasta ahí, todo normal.

La legislatura 2004-2008, en la que el Partido Socialista gobernó, la estadística de paro fue la más baja de la historia, la economía iba al alza y las perspectivas no eran de crisis económica tan salvaje como la actual. Sin embargo, el desempleo seguía siendo la mayor preocupación de los ciudadanos encuesta tras encuesta, CIS tras CIS. Por tanto, que el PP y el PSOE pusieran como objetivo y tema de campaña su reducción al mínimo nivel posible.

Campaña PSOE. "Por el pleno empleo".

Campaña PSOE 2008. «Por el pleno empleo».

De hecho, en 2008, el PSOE volvió a prometer el pleno empleo durante la campaña de las Elecciones Generales de aquel año.

El tiempo ha pasado, la crisis económica se ha institucionalizado y los Gobiernos tanto de Zapatero entre 2008 y 2011, como de Rajoy de 2011 hasta hoy, han sido incapaces de resolver un problema endémico de la economía española, como es el desempleo (que incluso en tiempos de bonanza es mayor que en los países de nuestro entorno).

De esta manera, las hemerotecas sacaban y sacan hoy viejas campañas de ambos como las antes citadas, haciendo que se vuelvan contra ellos en un «efecto boomerang».

Vivimos tiempos complejos, donde el olvido es imposible y nada permanece, aunque todo está presente (o puede estarlo) gracias a la potencia de Google y sus motores de búsqueda. Es importante saber qué prometer y cómo, solo si sabemos que vamos a cumplir nuestras promesas. Tal vez se imponga un tiempo nuevo, en que los partidos que concurran a unas elecciones con opciones de gobierno deban prometer menos y cumplir más (con todas las excepciones y salvedades que puedan hacérsele a esta afirmación, puesto que hay que ser conscientes de la dificultad que entraña el ejercicio de la política, donde hay que coordinar acciones con otras administraciones de distinto color político y con sus propios plazos y objetivos).

Mientras esto sucede, la clave está en comunicar mejor, en función del público objetivo al que se quiere llegar, con claridad y con sinceridad. Evitar promesas inútiles o fechas, sean o no posibles, sin utilizar eufemismos ni frases hechas y evitando, en la medida de lo posible, lugares comunes del lenguaje o palabras y expresiones que, a fuerza de repetirse, pierden la fuerza comunicativa que poseen (aunque esto último merece una entrada aparte). Quizá no mejore los resultados gubernamentales, pero desde luego mejorará la comprensión por la ciudadanía de lo que se hace y lo que se quiere hacer, prioritario si queremos recuperar su confianza.

Comunicación política y democracia

Una de las últimas asignaturas que hice en la carrera fue Comunicación Política. Era optativa, el profesor iba poco a clase y yo menos. Así que en septiembre fui a examen. La pregunta era: ¿qué puede aportar la comunicación política a la democracia?

Hoy sé que debí suspender.

Debí suspender porque no hablé de transparencia, no hablé de Gobierno Abierto. Debí suspender porque no hablé de que hacer comunicación política es más que hacer campañas electorales, es contar a la ciudadanía lo que se hace y escuchar sus opiniones, previas y posteriores. Al menos así es como la entiendo yo.

La comunicación política ha de contribuir a mejorar la relación entre ciudadanía e instituciones. Es imprescindible que quienes se dedican a la política, más quienes «hacen» leyes, mantengan un diálogo con la ciudadanía. Necesitan hacer permeables las instituciones a lo que los ciudadanos tengan que aportar. No tiene sentido que solo grandes corporaciones capaces de financiar un estudio que les favorece o una empresa de lobby tengan acceso directo a ellos. También la ciudadanía y las organizaciones ciudadanas tienen que tener acceso directo.

Por eso, es fundamental que los ciudadanos sepan quién está haciendo qué y en qué momento se abrirán los cauces de participación, es decir, las enmiendas al texto tramitado. Para ello, es imprescindible también saber a quién hay que elevar nuestra peticiones. Así, no tiene demasiado sentido pedir a un alcalde que haga una ley sobre etiquetado de los alimentos. Saber qué competencias tienen las instituciones es fundamental para ser efectivos a la hora de tocar a las puertas adecuadas.

Ahí es donde la comunicación política ha de estar presente, en el diálogo permanente. Esa es la mejor aportación que la comunicación política y las nuevas tecnologías aplicadas a  ella pueden hacer por la democracia. Sin duda que los ciudadanos tomen un poco más el control es fundamental. Por eso debí suspender el examen aquel, porque no puse esto, y por eso llevo desde entonces intentando aprobarlo día a día.