Comunicación ausente

Desde que llegó al Gobierno en 2011, la política de comunicación de Mariano Rajoy puede calificarse como ausente, no ha existido.

Quizá fuera sea la opción del equipo de Rajoy, más concretamente de su Secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez de Castro, consciente de las decisiones que iba a tomar en el futuro que hoy es presente, pero a mi juicio no la más adecuada. Aunque tal vez sigue el hilo del mensaje ya trazado tras las elecciones de 2008, cuando al empezar la crisis la «culpa» de todos los despidos en España era de Moncloa y Zapatero el único culpable. Tal vez, la intención del equipo de Rajoy fuese la de separar tanto como pudieran las decisiones polémicas de la imagen del Presidente, de forma que cuando la recuperación empezase la imagen de este fuese la que capitalizara dicha recuperación.

Aun así, esconder al Presidente del Gobierno en una situación como la que vivimos actualmente no es lo más conveniente. Más si este hace cosas como escapar de los periodistas en la misma cara de estos (como hizo en el Senado). Y desde luego el caso Bárcenas y los apuntes contables que implican a Rajoy en cobros en dinero no declarado a Hacienda, tampoco ayudan mucho.

Por eso, no recomendaría una estrategia de ocultación al Gobierno en este momento. En momentos de crisis no tengo muy claro que la opción del silencio o el lío de todo sea efectiva. Más bien hubiera optado por una explicación detallada, en una comparecencia solemne del Presidente, formal y con Moncloa como escenario. Tal vez así, los ciudadanos percibiesen que el Gobierno responde y con ello pudiera recuperar un poco la confianza necesaria en la política y en quienes se dedican a ello.

Comunicar en tiempos de crisis

Dedicaremos esta primera entrada a un fenómeno en la comunicación que parece estar de moda y al que están recurriendo gobiernos de todo el mundo en los últimos tiempos, pese a que no parece estar dando los resultados esperados.

Desde el principio de la crisis, allá por 2008 en Estados Unidos, y su extensión al resto del mundo en los años sucesivos, pocos han sido los gobernantes que han conseguido reeditar el cargo en unas elecciones. Así, han caído desde 2008 líderes como Zapatero en España, Gordon Brown en Reino Unido o los republicanos en EEUU, además de los Gobiernos directamente promocionados por las instituciones financieras y económicas internacionales, como el italiano, el griego o portugués. Y eso por no hablar de los gobiernos regionales.

Podemos decir que las decisiones que han tomado los gobernantes para afrontar la situación no han sido precisamente «populares» entre la ciudadanía. Por ello, en los últimos tiempos ha empezado a producirse un cambio en el enfoque de las campañas y de las pre-campañas, para intentar cambiar la atención de los ciudadanos y ciudadanas y orientarla desde temas socio-económicos a otros más en clave identitaria. 

En España tenemos últimamente el caso de las elecciones en Cataluña, donde el President Artur Mas ha orientado su campaña hacia el debate identitario, planteando abiertamente el derecho a decidir del pueblo catalán sobre su pertenencia al conjunto del Estado español. No es momento de hacer un análisis de los resultados de esa elección, pero salta a la vista, con solo comparar los escaños actuales con los de hace tres años vemos que no les ha dado el resultado esperado, sino que han perdido voto en favor de opciones más claramente independentistas como Esquerra Republicana de Cataluña. Aun así, han conseguido focalizar la atención no en las reformas económicas llevadas a cabo en la región, sino en el sentimiento de pertenencia a una comunidad diferenciada de España y en su derecho a decidir en referéndum en 2014 si quieren o no pertenecer al conjunto de España. Si este era el objetivo perseguido, entonces podemos decir éxito rotundo.

También en las recientes elecciones israelíes esta estrategia no ha sido lo exitosa que Netanyahu hubiera deseado. Aunque en este caso no es exactamente una reivindicación soberanista lo que estaba en la mesa, sí que el primer ministro israelí intentó justificar sus actuaciones futuras frente a Irán, tapando con ello también los recortes implementados en el país judío. Finalmente, 10 escaños menos y un fracaso de las encuestas pre-electorales.

El último ejemplo de esta forma de afrontar la campaña electoral, en este caso pre-campaña aun, es David Cameron en Reino Unido. El líder tori ha anunciado que llevará a referéndum “antes de 2018” la pertenencia o no de Reino Unido a la Unión Europea. Es cierto que en este caso el anuncio no choca tanto como en el caso catalán, pues a diferencia de CiU, el Partido Conservador siempre ha tenido euroescépticos en sus filas, mientras que CiU hasta ahora no había reivindicado la independencia e incluso ha pactado en varias ocasiones con Gobiernos centrales españoles de distinto signo político. Sin embargo, sorprende que sea justo ahora cuando se produzca este anuncio, a cinco años vista del hipotético referéndum.

Comunicar en tiempos de crisis económica es difícil porque las decisiones que se toman son difíciles, de tomar y de comunicar. La descrita es una manera de poner en el tapete de los medios algo distinto, un supuesto “lugar común”, basado en datos que pueden o no ser ciertos, pero que ponen en guardia a los ciudadanos tocando su fibra sensible, algo básico. No se llega a través de sesudas explicaciones al corazón de los ciudadanos, saturados de información. Se llega a través de las emociones. O al menos eso dice la teoría, ¿es así en la práctica? No está tan claro. Habrá que seguir investigando. Desde luego, está de moda.