El día que ganó el Ancona

El día que ganó el Ancona

Hace algunos años que leí un artículo de Enric González en El País en el que siempre pienso cuando gana un vencido.

El día que ganó el Ancona quizá muchos desearon secretamente que perdiera. Ese día, además, seguramente no pasará a los anales de la historia de casi nadie, excepto de quienes ese día en el estadio se hicieron del Ancona para siempre, afirma el artículo.

El 17 de febrero de 2017 no sé si ganó el Ancona, pero en mi historia personal sí quedará. Ayer, once o doce años después de empezar el proceso, casi quince si sumamos causas anteriores, absolvieron a mi padre y a quien entonces era su concejal de urbanismo en Garrucha (y varias personas más) de todos los delitos de los que se les acusaba. Desde ayer, lo que maś escucho es que no ha pasado nada que no supiéramos. Pero sí ha pasado. No sólo siguen limpios, sino que una juez refrenda que lo están. Sin embargo, han sido muchos años. Muchos comentarios, la eterna sospecha del río que suena. Nadie nos va a devolver los sinsabores de este tiempo ni las ocasiones perdidas, pero tampoco nadie nos va a quitar en adelante el orgullo de saber que desde el principio estábamos en el lado de los honrados.

Por eso esto se parece al día que ganó el Ancona. Ellos fueron vencidos durante doce años y, ayer, ganaron por fin. Es la victoria de los humildes, de aquellos a quienes se han esforzado en manchar sin éxito. Hay que restañar su herida, no sólo por ellos. Hay que restañar su herida para restañar la herida de la política. No habría sido necesario el 15-M si más como ellos hubieran poblado las instituciones.

Y nosotros y nosotras, ciudadanos y ciudadanas, bien haremos en ayudar, aunque sólo sea respondiendo, como en la mítica viñeta de Forges que veía siempre en la secretaría de mi facultad. Diciendo un gran «eso es lo que ustedes quisieran» cuando escuchemos aquello de «todos los políticos son iguales». Valorando más a quienes mandaron al infierno (judicial) y han vuelto de él sin una sola quemadura.

Que sirva esta sentencia para construir futuro. Que sirva de elogio de la política bien hecha. De elogio de quienes la hacen honrada. Yo he conocido a muchos y muchas.

Quienes siempre vencen no sabrán lo bien que sabe la victoria de un humilde.